Travesía Sierra Nevada de Santa Marta – Guajira EXPERIENCIA DE VIAJE ¿Cuando viajamos que esperamos encontrar? ¿Por qué escogemos un lugar y no otro? Las experiencias acumuladas durante un viaje nos permite ver las diferencias entre las regiones; las características étnicas de sus pobladores con su cultura propia expresada en sentimientos de pertenencia a su …
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Travesía Sierra Nevada de Santa Marta – Guajira
¿Cuando viajamos que esperamos encontrar?
¿Por qué escogemos un lugar y no otro?
Las experiencias acumuladas durante un viaje nos permite ver las diferencias entre las regiones; las características étnicas de sus pobladores con su cultura propia expresada en sentimientos de pertenencia a su tierra, cohesión social, jerarquía, creencias, costumbres, industriosidad y con grandes expectativas de crecimiento en todo sentido.
Veamos una experiencia. Nuestra Costa Atlántica, tan extensa, disímil, llena de atractivos naturales, permanece todavía como la “Tierra del olvido” de Carlos Vives, esperando grandes inversiones en infraestructura.
Llegar a Santa Marta, sin detenernos en la ciudad, pasar de largo y alojarnos en una posada en la Sierra Nevada, por primera vez, es un recorrido con atractivos exóticos – vegetación exuberante – gente amable y generosa, con posadas acogedoras en ambiente tranquilo, con la armonía del canto del gallo, de los pájaros y la visita matutina del conejo, entre otros.
Allí hay personas, “Vaquianas”, conocedoras de la región y sus caminos para hacer caminatas ecológicas como la visita a Quebrada Valencia
que en su recorrido se encuentran nativos, los Koquis con quienes se puede compartir, arhuacos, solidarios entre ellos y con el visitante a quienes ofrecen sus artesanías, sus tejidos y las mochilas. Todos trabajan en tareas colectivas, llamadas por ellos MINGAS, en la reparación de sus vías. Son grupos sociales con carencias antiguas no satisfechas con su trabajo.
Otra caminata, más larga y de mayor interés arqueológico, es ir al pueblito Chairama
; allí están los muros de piedra, restos de una cultura ida hace miles de siglos, representada también por círculos amplios hechos con bloques de piedra tallada, cimientos de edificaciones en silencio que guardan su historia. Es un verdadero reencuentro con una cultura que fue capaz de construir para la eternidad la Ciudad
perdida
de la Sierra Nevada.
Los nativos hacen el mercado en el pueblo llamado Buritaca
situado en la orilla de un mar azul, con playa blanca donde hay buen pescado, mojarras, langostas, camarones y a este pueblo llevan para vender sus artesanías, sus productos: chocolates, dulces, jabones y yerbas medicinales.
Al continuar la experiencia por carretera hasta Riohacha, capital de la Guajira; se ve el cambio de la flora de Sierra Nevada que va mermando su altura y su color, por cambio de clima, hasta llegar a ver la zarza y el cardón – cactus – en el desierto de Alta Guajira; es una experiencia para no olvidar.
Allí habita la etnia indígena Wayú
con quienes se puede compartir, en su Ranchería
, su historia, sus costumbres. Tienen como personaje fundamental en sus relaciones, la existencia del palabrero
y la cabra, chivo
que además de ser fuente de alimento, en algunos casos, tiene el valor de la moneda.
En la actualidad afirman su cultura por medio de la educación en las escuelas establecidas por ellos mismos y dirigidos por personas de la etnia que han tenido la oportunidad de ir a la universidad donde les ofrecen programas especiales de etnoeducación. Visitar la ciudad de Uribía
, 95% Wayú
, las Salinas de
Manaure
, el Cabo de la Vela
, caminar por las dunas, vivir el espectáculo de una noche de luna llena, en la hamaca de la Ranchería, frente al mar con el murmullo de las olas, despedir el sol en el faro, asistir al avistamiento de los flamencos en la Ciénaga “ Camarones
” de un metro de profundidad a las 7:00 de la mañana, son experiencias que llenan momentos especiales de la vida.
Esta reseña es escrita por una pareja viajera que conserva todavía hoy, en su retina, el ojo de agua dulce
del desierto de la Guajira. Dejamos aquí este bosquejo de la experiencia vivida y valga la oportunidad para invitar, a quienes lo lean, visitar estos atractivos parajes de nuestro país.
JOSÉ FRANCISCO INFANTE Y NOHEMI B. DE INFANTE