El Museo de la caña de Azúcar se encuentra en la Hacienda Piedechinche, a sólo 42 km. de la ciudad de Santiago de Cali capital del departamento del Valle del Cauca, entre los municipios de Palmira y El Cerrito. La imponente cordillera central de los Andes custodia su flanco oriental. A sus pies, al occidente, se extiende el fértil Valle del río Cauca, una de las regiones de mayor desarrollo de la agroindustrial azucarera en el mundo.
La empresa Central Azucarero del Valle, hoy Ingenio Providencia S.A., adquirió la hacienda Piedechinche en 1942 e inició la restauración de la casa en 1972. Posteriormente, la destinó como Museo de la Caña de Azúcar, inaugurándola el 17 de junio de 1981.
El Museo de la Caña de Azúcar reúne una Valiosa muestra de testimonios de la material asociada a una de las plantas más importantes para la alimentación y la economía del pueblo colombiano.
Consta de una Casa de hacienda colonial representativa de la arquitectura del siglo XVIII, enriquecida con Mobiliario y obras de arte de la época, de un salón de exposiciones donde se exhiben, de manera didáctica, diferentes aspectos de la historia natural y de la explotación artesanal y agroindustrial de la Caña de azúcar, y de un armonioso conjunto de ranchos del país rural.
Todo el conjunto está enmarcado por amplios jardines que reúnen gran cantidad de plantas nativas e introducidas y recrean algunos de los ecosistemas naturales de Colombia: La selva pluvial tropical, el bosque seco, el desierto.
La Casa de Hacienda
La Casa de la hacienda Piedechinche fue construida en la primera mitad del siglo XVIII. Sus robustos muros de adobe y su techumbre de tejas de barro sostenidas por gruesas vigas de madera, que se prolonga para proteger los corredores exteriores, son característicos de la arquitectura colonial que mezcla elementos españoles y americanos. El segundo piso a manera de torre, circundado por balcones desde donde se “domina” el paisaje y rematado por un techo a cuatro aguas, alberga las habitaciones principales y prefigura la vida íntima de la familia. El oratorio la cocina, la habitación que servía de oficina miran al exterior, hacia la vida del trapiche y los cañaduzales. El salón principal y el comedor, entretanto, se encuentran en el corazón de la planta baja. El mobiliario, los objetos decorativos y las obras e arte corresponden a los siglos XIX y comienzos del XX.
Semejando una antigua pesebrera, un edificio anexo, custodiado por arcadas y columnas de ladrillo, guarda los coches que antaño tiraron robustos percherones, para conducir a los señores principales a lo largo de los caminos empedrados. Junto a los Canales de piedra por donde fluye el agua de las asequias, se levanta el antiguo horno donde se cocían los panes de azúcar”.
El trapiche de la hacienda, construido durante el siglo XIX, aún funciona con la fuerza del agua que trae un acueducto sostenido por columnas y arcos del estilo romano. También se conserva el edificio donde se cocinaban las mieles, con sus grandes pailones de metal, sus cucharones y sus gabelas
Ranchos y Trapiches
Desde los trapiches más rudimentarios, conocidos como viejas, cumbambas quijadas, hasta los modelos mecánicos utilizados aún por la pequeña industria panelera, desde el desierto guajiro, con su ranchería abierta, techada con una urdimbre de cactus, hasta el Litoral Pacífico, cuyas casas descansan sobre palafitos y se cubren de las generosas lluvias con enormes techos de hojas de palmeras, a lo largo del recorrido por los jardines de¡ museo de Ia Caña de Azúcar tiene lugar un viaje por las diferentes regiones cálidas del país donde se cultiva Ia caña de azúcar y se utilizan sus mieles para la producción de panela, azúcar, dulces, la alimentación del ganado y el abono de las tierras.